Lata con Gato $20
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Lorena me pidió que vuelva a Belgrano R de nuevo, a esa larga estación, a ese caos. El grupo de gente alrededor de Lorena es un grupo de amigos. La tocan todo el tiempo, y ella realmente lo disfruta. Le dice a los otros que yo la acompaño a buscar objetos en la basura. "Ooh, ‘lo hacés’ también con él", gritan directamente. "No!", contesta. "Él conoce a mi marido, estaba en Suárez". Los veo sonreír. Estamos esperando al Tren Blanco y Lorena está devorando otro pancho lleno de salsa. "Es un perro caliente", bromea. "Una vez vi un perro cocinado en una tienda en Corea", le digo. La historia va bien, ya que todos en los suburbios odian a los coreanos. Las historias se vuelven más extremas, y terminamos hablando de ratas y gatos. "Una rata sabe como un conejo", digo. Escuché la historia en la radio una vez. "Es cierto", dice Rubén seriamente. No sé qué contestar. "Entre Suárez y la cancha de fútbol hay un canal, un canal increíblemente sucio, en donde hay ratas de hasta 40 centímetros de largo", agrega.
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