Consolador Grande $35
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Diego, el travesti, no vino hoy. "Dónde está", le pregunto a Lorena, que es una clase de ángel guardián para ella.
"No va a venir más. No le gustaba el trabajo, estaba harto de los comentarios duros en la calle", me cuenta.
Puedo imaginarlo, yo también estaba completamente asombrado cuando la vi por primera vez. Ese gracioso changuito, sus movimientos lentos y sus ropas exageradamente coloridas. "Tampoco ganaba tanto", agrega Lorena.
"Y dónde trabaja ahora", pregunto. "Oh, no es tan lejos de acá, en la ruta 8", contesta. Se pone el dedo pulgar en la boca y hace un movimiento hacia arriba y hacia abajo.
"Hay algo que deberías ver, mañana voy a traer mis consoladores conmigo", dice. "Tus consoladores?" digo sorprendido. "No, no son míos. Me los dio alguien en la calle, un chico. En el primer día que estaba cirujeando".
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